18 de mayo de 2011

Si te quedas sin argumentos, ¡haz el ridículo!: caso práctico número uno

Como se pueden imaginar, yo no creo que lo de las amenazas judiciales al autor de Submundo Mental del que hablábamos ayer vaya a ir a mayores. Es cierto que el asunto es digno de titularse "vulgares estafadores, el retorno", pero por mucho que los que presumen de "mente abierta" tengan la tolerancia bastante cerrada, y aunque tengamos todos claro que los vendedores de pseudociencia no andan muy sobrados de conciencia, al menos habrá que presumir que sí que tienen el mínimo de consciencia suficiente como para darse cuenta de que la supuesta "denuncia" es un disparate ridículo.

Pero claro, eso es lo que opino yo, que soy un pedazo de pan y los miro con buenos ojos y tal, y otra cosa muy distinta es lo que puedan opinar ellos. Al fin y al cabo, para unos tipos que dicen creer en versiones alternativas (y a veces francamente desquiciadas) de la física, la biología, la astronomía o la medicina no supone un gran esfuerzo pensar que también exista un ordenamiento jurídico alternativo, un Derecho paranormal situado en alguna dimensión paralela respecto al Derecho civil, el penal o el constitucional.

Así que por regla general la cosa se queda en unas amenazas más bien patéticas (al fin y al cabo no es lo mismo vender motos averiadas a los demás que pretender vendérselas a uno mismo, ya me entienden), aunque siempre hay algún caso de gente dispuesta a perder en todas las instancias judiciales posibles o incluso a hundir su propia profesión por enfangarse en un pleito disparatado.

Pero esa es la regla general. La excepción clamorosa viene de un colectivo que a lo largo de la historia se ha caracterizado por su absoluto respeto y tolerancia hacia aquellos que piensen (o que no piensen, claro) como ellos, y nadie más. Me refiero, claro, a los fundamentalistas religiosos.


Vale, reconozco que la imagen pertenece a otros tiempos, al menos en el mundo civilizado. Pero esta otra sí que resulta muy actual:


No, no se trata de un titular de El Garrofer o de Teleplastic Inquirer. El esperpento viene de aquí.



¿Y cuáles fueron los motivos para presentar semejante querella? La noticia sigue diciendo que


Las personas que se proponían llevar a cabo el desfile callejero blasfemo cometieron, a juicio de los servicios jurídicos de HazteOir.org, cuatro delitos, con independencia de que la marcha haya sido finalmente prohibida por su evidente voluntad de delinquir. Estos delitos son:
  • Un delito de genocidio del artículo 607.2 CP, apartado primero.
  • Un delito de provocación al odio por motivos religiosos (art. 510 CP).
  • Un delito de reunión o manifestación ilícita (art. 513 y 514 CP).
  • Un delito contra los sentimientos religiosos (art. 525.1 CP).
La querella se presentó contra el presidente de la Asociación Madrileña de Ateos y Librepensadores (AMAL), Santiago Ochoa; contra la Asociación de Ateos en Lucha;  contra representantes de la asamblea vecinal La Playa de Lavapiés; y contra el conductor (sic) y la colaboradora del programa La casa incendiada, emitido por Radio Ela el pasado 23 de marzo de 2011.

Y, por si hubiera alguna duda, la web incluye el enlace a un pdf que contiene la querella, cuyo contenido oscila entre lo demagógico, lo delirante y lo demagógico y delirante a la vez. El documento no se corta un pelo a la hora de afirmar que una serie de incidentes (que van desde pintadas en templos hasta atrocidades tan terribles como exposiciones de fotografía, actuaciones teatrales o programas de televisión) forman parte de una campaña orquestada cuyo fin es reproducir la persecución religiosa de 1936. Y no, no exagero. Según la querella,


Esta alarma social hay que ponerla en relación con nuestra historia reciente y a como influyó la propaganda laicista en la persecución religiosa que asolo (sic) España entre 1931 y 1939. 

 Los querellados, por su parte


parecen justificar esas muertes en el pasado, e incitar a nuevas persecuciones en el presente

Y es que

en el presente la falta de persecución de las violaciones de los derechos fundamentales en relación con la libertad religiosa está ocasionando un clima de violencia muy peligroso. Así es necesario recordar que los movimientos anticristianos han recrudecido su llamada a la quema de iglesias en España. 

Claro, quien coteje esto con la realidad se quedará a cuadros. Y más ahora, cuando la "procesión atea" (reconvertida en manifestación por la libertad de expresión) se ha celebrado con toda normalidad, sin que quepa reseñar más actos violentos que la forma en que algunos medios (unos supuestamente serios, otros ni siquiera eso) informaron del acto.



En fin, una querella que ideológicamente será impecable desde el punto de vista de "Hazte Oír", pero que a efectos jurídicos debería calificarse más bien como "Hazmerreír".

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