2 de febrero de 2011

La Teoría Homeopática de las Toxinas

Una de estas modas supuestamente saludables que nos invaden es la de la detoxificación. Por lo visto nuestros cuerpos están llenos de toda clase de porquerías, y hay que expulsarlas como sea, bien tomando potingues de dudosa efectividad, bien haciéndolas salir por los diferentes orificios corporales (como este o este). O, en fin, también por donde no los hay.

En realidad esto de la detoxificación innecesaria viene de muy antiguo, pero la novedad de estas tendencias es que se relacionan de algún modo con la idea de la "sanación natural". Ante lo cual uno se queda un poco perplejo: si el cuerpo, dicen, es capaz de sanarse a sí mismo, ¿no podrá también deshacerse de las toxinas sin necesidad de mojarse los pies o convertilo en un alfiletero?

Claro, los creyentes en estas cosas tienen respuestas para todo (aunque algunas sean un tanto peculiares, como sabemos), y en este caso tampoco se van a quedar callados: las acumulamos por el estrés de la vida diaria, la contaminación, la ingestión de "productos químicos" o, qué sé yo, las ondas electromagnéticas, por supuesto, los chemtrails. Lo malo es que difícilmente pasan de ahí: nadie explica, por ejemplo, por qué las radiaciones de los móviles son malas malísimas y en cambio otras son la mar de buenas para la salud, o cómo demonios puede uno ingerir productos que no sean químicos... o bueno, sí lo explican, pero para lo que dicen...

De modo que desde aquí, y llevados de nuestro tradicional espíritu de comprensión hacia los creyentes en esas cosas tan graciosas (las creencias, no sus consecuencias, que por supuesto no tienen ninguna gracia) hemos decidido aportar nuestro granito de arena y ofrecerles la

Teoría Homeopática de las Toxinas


Imaginemos algo tan simple, anodino y aparentemente inofensivo como un vaso de agua. Si no pueden no se preocupen: echen un vistazo a este vídeo y vuelvan aquí.

¿Ya? Bueno, aquí tenemos nuestro vaso de agua...



Como ven, está lleno y listo para ser consumido, pero el problema viene de mucho más atrás. Retrocedamos en el tiempo hasta el momento en que lo compramos, o nos acabamos la nocilla que venía dentro, o nos lo regaló un amigo tan práctico como poco imaginativo el día de nuestra boda o, en fin, apareció misteriosamente en el fondo del armario de la cocina. ¿Qué es lo que hacemos todos entonces?

Pues fregarlo, naturalmente. Para lo cual se frota con un estropajo impregnado con detergente y empapado en agua, y luego se aclara hasta eliminar los restos de jabón.

Y aquí es donde hace su entrada en escena... bueno, hace su entrada en escena el blog Caldero de Murias, que es donde leí esta idea.

Pero me refería a que quien hace ahora su entrada en escena es este tipo de aquí al lado, el señor Semion Korsakov. Para los no iniciados, Korsakov fue uno de los pioneros de la homeopatía, habiendo sido convertido por el propio Hahnemann, con quien mantuvo una larga amistad. Hahnemann, por cierto, se refería a él como el Conde Korsakov, no se sabe si por darle un aire aristocrático que no le correspondía (no era de familia noble) o porque el engaño fue mutuo y Korsakov también logró convencerle a él de sus propias fantasías. Sea como sea Korsakov sigue siendo uno de los personajes más reverenciados del campo de la homeopatía, a la que hizo valiosas aportaciones. Por ejemplo, Korsakov sostenía que la "información" que, según los homeópatas, convierte a una píldora de azúcar en un remedio homeopático podía transmitirse, hasta el punto de que bastaba con introducir una entre otras no "potenciadas" para que todas se contagiasen mágicamente de la... bueno, de la magia.

Pero Korsakov es conocido hoy en día sobre todo como inventor de un sistema alternativo de "dinaminación", que lleva su nombre aunque también podríamos llamarlo "el método del vago". En lugar de la tediosa tarea de sacar una centésima parte de una mezcla para mezclarla en otras noventa y nueve partes de agua, una y otra vez, Korsakov pensó que se podrían obtener resultados similares simplemente tirando la mezcla por el desagüe y rellenando el frasco con agua pura: los residuos de la mezcla anterior que hubiesen quedado en las paredes y el fondo del frasco serían suficientes para "dinamizar" la nueva mezcla. Como es un método evidentemente ojimétrico, los homeópatas no se ponen de acuerdo sobre si un grado korsakoviano equivale a un centesimal hahnemaniano o más bien a 1,5, pero, la verdad, tampoco es que importe demasiado.

Lo que sí importa es que, al fregar el vaso, lo que hacemos es precisamente eso mismo: mezclar los restos de agua y jabón que quedaron en sus paredes con el agua limpia del aclarado. Y aunque no golpeemos el vaso luego contra una Biblia, como los homeópatas de verdad, el método es tan parecido que resulta bastante evidente que al final el vaso recién fregado contendrá una dilución de más o menos grados korsakovianos (depende de lo maniático que sea cada uno con esto del aclarado) de agua con jabón.

Que sí, claro, luego se seca, pero también se secan las pildoritas de lactosa sobre las que los homeópatas vierten sus remedios, y a pesar de ello dicen que la "memoria del agua" se convierte de alguna manera en "memoria del azúcar", ¿no? Entonces, ¿por qué no va a haber una "memoria del duralex"?

Memoria que, por supuesto, se transmitirá luego al agua que bebamos en el vaso. Una y otra vez. Y otra, y otra.

Hasta aquí la parte de la preparación del remedio, cuyo mérito, como les decía, es de Caldero de Murias (que encima lo explicaba con una botella, que por la forma de enjuagarla permite una "dinaminación" aún más completa). Ahora veamos cómo se relaciona eso con lo de las toxinas.

Recordemos que, según el principio "similia similibus curantur", para los homeópatas una sustancia que produce determinados síntomas en una persona sana curará síntomas similares en otra enferma. Y recalco lo de similares: no tienen que ser los mismos, basta con que se les parezcan un poco. Incluso muy poco; por ejemplo, para las enfermedades que causan manchas en la piel (desde un herpes genital a una quemadura solar) recomiendan un remedio a base de sepia, porque la tinta de la sepia también mancha lo suyo...

Así que vamos con el fregoteo del vaso. Evidentemente, en el vaso sucio el efecto del jabón es limpiarlo, ¿verdad? Y lo mismo nos pasa a nosotros cuando estamos sucios: una pasadita de jabón y como nuevos. Pero, ¿qué pasa cuando la dilución de jabón llegue al interior de nuestro cuerpo, tan limpito por sus propias cualidades detoxificantes naturales y buenrrollistas? Pues justamente lo contrario, claro: dejarlo echo una guarrada.

Y así, cada vez que bebemos.

Fantástico, ¿verdad? Bueno, claro, si hablamos de homeopatía tiene que ser fantástico por narices. Pero quiero decir que la teoría es estupenda: de un plumazo reivindicamos la validez de las ideas fosilizadas de Hahnemann y de paso encontramos una explicación a esa aparente acumulación de pringue que sufrimos. Y todo por ser tan limpitos.

De hecho, la idea es tan buena que permite, por ejemplo, recomendar también la homeopatía como detoxificante. Si el vaso limpio nos ensucia, basta con beber de un vaso sucio para dejarnos limpitos. Y si queremos quedar como los chorros del oro podemos incluso reforzar la acción del agua sucia tomando excrementum caninum o algún otro remedio particularmente guarro. Y tan frescos.

La pena es que no podamos hablar también de una conspiración de las grandes multinacionales de la limpieza doméstica para envenenarnos, que sería ya redondear la faena. Pero es que la chifladura de que nos estén envenenando con el agua ya está pillada...

17 comentarios:

  1. ¿Funciona con el gin tonic?

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  2. Yo diría que sí: los homeópatas también usan alcohol para sus diluciones ;-)

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  3. No entendeis nada, para que la homeopatía funcione tiene que haber un chalart... err.. homeópata al medio :P

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  4. Ahhh, ¡el fluor!

    La conspiración del fluor al menos ha dado grandes momentos al cine:

    http://www.youtube.com/watch?v=agX69jDuDUA

    La homeopatía no puede decir ni eso.

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  5. Yo tenía un problema con esto de las diluciones. A mi el café me gusta mucho pero me sienta muy mal. Mi solución era tomarlo con leche muy muy muy clarito. Pero un homeópata me dijo que eso potenciaba los efectos de la cafeína. Así que ahora me tomo el café solo y muy muy muy cargado. Vamos, ahora me sienta de maravilla, la cafeína ni la noto. Las taquicardias y los problemas de estómago deben de ser culpa de alguna antena.

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  6. @La mujer Quijote: Juassss!!! Que bueno :D :D

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  7. Pues los dueños de los bares descubrieron el garrafón homeopático ya hace mucho. Una gota de whisky de marca en 10 litros de alcohol de quemar y te emborracha lo mismo.
    Lo que pasa es que en este caso hay algun ligero efecto secundario...

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  8. La chifladura del agua envenenada y los fluidos corporales es mucho más divertida en "Teléfono Rojo" de Kubrick

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  9. "...un grado korsakoviano equivale a un centesimal hahnemaniano o más bien a 1,5, pero, la verdad, tampoco es que importe demasiado."

    Sí que importa, de hecho es vital, es la diferencia entre el efecto placebo y la mejora de los síntomas por la ingestión de una sustancia sin efectos directamente relacionados con el tratamiento.

    ________________

    Grandísimo, Fernando. Artículo de lucidez "number one" :-)

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  10. OK, el agua no tiene memoria ... pero acaso podremos demostrar que en la diluciòn no hay voluntad de extraterrestres que usaron los átomos de H y O antes de que formaran el agua y que cuando todo eso es bendecido por Odín se curan los males excepto cuando hay experimentos doble ciego?

    Temo que no, por eso seguirá habiendo creyentes en la homeopatia pero no me preocupa porque este sabado 5 de febrero me suicidaré en Parque Centenario de Buenos Aires junto a quienes hagamos el desafío 10^23

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  11. Todo este tema tiene sentido si usamos la "física cuántika" jajaja

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  12. No, Dani, realmente no importa demasiado. Los remedios elaborados mediante el proceso de Korsakov suelen tener una "potencia" de 15K o más, así que de todos modos sobrepasan por goleada el número de Avogadro.

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  13. Hola

    Me ha hecho ilusión ver que alguien me cita,, aunque sea por lavar una botella con Mistol.

    Lo cierto es que la homeopatía ya está anticuada, yo he creado mi propia terapia alternativa, con el doble (o más) eficacia que la homeopatía :-)

    http://www.calderodemurias.com/2010/12/mi-propia-terapia-alternativa.html

    A lo mejor un día de estos también creo mi propia secta ...

    Saludos

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  14. No teneis ni idea, todos los males vienen del monóxido de dihidrógeno, una cosa mala malísima, que como tiene memoria (y un rencor que no veas) quiere acabar con todos los que alguna vez hemos echado algún residuo por el teléfono de porcelana.

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  15. Fer, estaba en "Ironic Mode" [ON]

    :-)

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  16. Jeje. Pues he picado como un pardillo, Dani ;-)

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  17. @Noldwar

    Y la cantidad de gente que ha muerto por su inhalación excesiva, por ejemplo, cuando lo del Titanic.

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